Si
buscamos la definición de autobiografía, encontramos que “es la narración de una vida o parte
de ella escrita por el propio sujeto de la misma, mostrando su nacimiento, sus
logros, sus fracasos, sus gustos y demás cosas que ha vivido”. En este caso es
la narración de mi trayectoria escolar que me permitió evidenciar mi recorrido
como alumna y revisar las “disposiciones adquiridas” que me han ido
constituyendo y que se pueden reflejar en mi futura práctica docente. Revisar si
hay influencia de la escuela Tradicional o de los planteos de la Escuela Nueva.
En
esta autobiografía educativa quiero empezar contando que mi escuela primaria se
llama Fray Luis Beltrán una escuela de barrio en donde los miembros de la
institución eran muy conscientes de la situación de los niños, es una escuela urbano-marginal,
por los barrios lindantes, hay muchos niños con grandes conflictos, familiares,
económicos, entre otros. Es por eso que en uno de los recreos nos daban una
taza de leche o yogurt y una tortita. Además aquellos niños que tenían
problemas para hacer sus tareas y les costaba más que a los otros niños aprender
los mandaban a un C.A.E (Centro de Apoyo Educativo).
Retomando lo dicho por Juan Carlos
Tedesco,” hay que resignificar el papel de la escuela y el sentido de los
aprendizajes, orientándolos a: Aprender a aprender, Aprender a convivir y Aprender
a hacer.” A partir de esto puedo decir con mucho orgullo, que no era una
escuela en crisis, por lo menos en la etapa en que yo cursé jardín de infantes
hasta sexto grado; que verdaderamente el significado que Tedesco le otorga a la
escuela, en mi escuela, por lo que yo veía se intentaba cumplir, las maestras
se preocupaban por el sujeto, que se sintiera bien anímicamente; si no, no
tenia todas sus capacidades puestas en el estudio.
En la medida en que yo era consciente
de lo que pasaba y lo que realizaban las maestras, intentaban que sus alumnos nunca se olvidaran de los valores básicos, que son la
esencia de la persona. Eran muy remarcados estos principios cuando nos
portábamos mal y en los actos escolares; En ellos,
parafraseando de Lucini “desarrollaban nuestro potencial más humano”, es decir,
el que leía mejor estaba como locutor, el que tenía buena memoria le daban
poesías, el introvertido llevaba las flores a San Martín , y el “payasito”
del curso era el que actuaba. A mí me gustaba ser la locutora y actuar,
porque memorizar me costaba mucho.
Hice séptimo, octavo y noveno año
en el D.A.D (Departamento de Aplicación Docente), fue una etapa muy linda, tuve
grandes amigos, y con respecto a los profesores había de todo tipo.
Este colegio a mi parecer tiene
grandes rasgos de la escuela tradicional, ya que como dice Snyders (1972) “las
escuelas tradicionales no son las escuelas del pasado sino que son las escuelas
de la actualidad, porque no hay en la
actualidad escuelas que sigan pedagogías concretas e identificables sino
escuelas que practican una amalgamas de
procedimientos”. Es decir, habían profesores muy estructurados a la hora de dar
clases, no utilizaban estrategias al momento de explicar un tema y las clases
eran muy monótonas, principalmente la de matemática, era una profesora que no
nos dejaba hablar, ni decir lo que pensábamos, su palabra era mas fuerte que la
nuestra y otra profesora era la de francés, muy rígida para dar los temas, solo
se usaba el libro y nada mas, y se veía que no era feliz frente al curso.
Cabe destacar que había una profesora
de ingleé, Paola Díaz, con rasgos sumamente marcados de la escuela nueva. Los
temas eran explicados con juegos, nos traía canciones en inglés para escuchar y
traducir, afiches, cartulinas, siempre muy dispuesta frente al curso. Eso si,
si tenia que retarnos lo hacia.
Aprendí mucho en ese colegio,
principalmente a estudiar y el significado del estudio, lo importante que es
para la vida y el crecer como persona. Realizando esa tarea de la que habla
Lucini:”la tarea humanizadora”, que tal vez ellos lo hacían por propio instinto,
pero que bien la hacían.
Realicé el Polimodal en la escuela
Martín Zapata la etapa más linda de mi vida, un momento un poco difícil, pero
que en ese instituto me ayudaron y me apoyaron demasiado y a la que voy a estar
agradecida toda mi vida.
Es una escuela con grandes matices
de la escuela tradicional, muchos dicen que es estructurada, ya que por ejemplo
cuando se pedía el apoyo para realizar una actividad para recaudar fondos para el centro de
estudiantes, los directivos decían: ”es una institución educativa, no para el
ocio, ni para actividades recreativas, eso, afuera” y siempre se comparaba con
el Colegio Universitario Central que la mayoría de las actividades eran
permitidas.
Eran muy estrictos con el uniforme,
y la exigencia era impresionante, teníamos antes de las vacaciones de invierno
integrador de todas las materias y al finalizar el año integrador nuevamente de
todas las materias, más global de 3 de ellas. Con una escala de calificación
que nos dejaba muy desconforme.
Pero más allá de todas estas
cosas, siempre buscan que sus alumnos “construyeran
su proyecto personal”, que no se olvidaran que los valores que hacen a la persona y que
la alimentan, (según Lucini).
En fin esta escuela me hizo crecer
como persona y fomento en mí esas ganas de seguir estudiando y que nadie tiene limitaciones; todo se puede,
si se quiere.
En ese colegio, en tercero nos
preguntaron "qué quieren seguir", automáticamente levanté la mano y dije:
profesorado en educación inicial.
Y así fue, rendí casi todas las
materias pero me quedó matemática. Me inscribí en la Escuela Normal Tomas Godoy Cruz
y el puntaje no me dio. Entonces me inscribí en el Instituto San Pedro Nolasco, sabía
de su prestigio, mi mama había egresado de allí.
XD
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